Salmos 119:60
12 Me apresuré y no me retardé
En guardar tus mandamientos.
Obedecer sin tardar: una respuesta que honra a Dios.
El ayuno es un tiempo especial donde disponemos el corazón para buscar a Dios con más intención, pero también es una oportunidad para alinear nuestra voluntad a la Suya. Es un espacio donde no solo le hablamos a Dios, sino que también lo escuchamos… y decidimos obedecerle.
El salmista declara algo poderoso en este pasaje: “Me apresuré, y no me retardé en guardar tus mandamientos.” Esta es una actitud de obediencia inmediata, sin negociación ni retrasos. Una respuesta que no espera conveniencia ni entendimiento completo, sino que se mueve con prontitud, como fruto de la confianza en Dios.
Durante el ayuno, muchas veces Dios nos confronta, nos muestra áreas que debemos rendir, decisiones que hemos aplazado o instrucciones que hemos ignorado. Y allí está el punto crucial: ¿cómo respondemos cuando Dios habla?
La obediencia no es solo una acción, es una actitud del corazón. Obedecer sin tardanza refleja una fe viva, una entrega real, y un deseo profundo de agradar a Dios. A veces postergamos lo que Él nos pide, justificándonos con frases como: “cuando tenga paz”, “cuando esté más preparado” o “cuando tenga tiempo”. Pero la verdad es que el mejor momento para obedecer… es ahora.
Este tiempo de ayuno no solo debe producir sensibilidad espiritual, sino también respuestas prácticas. Quizá Dios ya te ha hablado sobre una relación que debes sanar, un llamado que debes asumir, una disciplina que necesitas recuperar o un hábito que debes dejar. Hoy es el día para decirle: “Sí, Señor, lo haré”, y dar ese paso de fe.
Recuerda: la obediencia inmediata desata bendiciones que la obediencia aplazada no alcanza.
Padre celestial, gracias por hablarme y tratar con mi corazón durante este tiempo de ayuno. Hoy te pido que me des un espíritu obediente y sensible. Ayúdame a responder a tu voz sin excusas ni demoras. Quiero vivir para agradarte, y sé que obedecerte sin tardanza es una forma de adorarte. Renueva mi fe, fortalece mi carácter, y llévame a vivir conforme a tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.
