Jeremías 29:13
13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
Comenzar con el corazón rendido
Hoy iniciamos un tiempo especial: 6 días apartados para buscar el rostro de Dios. No es una rutina más, ni un simple sacrificio físico, sino una cita divina en la que el Señor nos invita a rendirle todo: mente, cuerpo y espíritu.
Cuando ayunamos, no buscamos torcer el brazo de Dios para que haga lo que queremos. Buscamos que nuestro corazón se alinee al suyo. Este primer día es clave porque marca la dirección de todo el ayuno: venimos delante de Dios con un corazón rendido, expectante, hambriento de su presencia.
El profeta Jeremías nos recuerda que Dios se deja encontrar por los que lo buscan de todo corazón. Eso significa sin reservas, sin máscaras, sin dividir la atención. Hoy comenzamos dejando de lado distracciones, cargas y ruidos, para enfocarnos en lo más importante: Él.
El ayuno nos recuerda nuestra dependencia. Cada vez que el hambre toque a tu puerta, recuerda: “más que pan, necesito a Cristo; más que comida, necesito su presencia.” El cuerpo será incomodado, pero el espíritu será fortalecido.
Este primer día es la oportunidad de decirle: “Señor, estos 6 días son tuyos. Me rindo a tu voluntad. Habla a mi vida, transforma mi interior, aviva mi fe. Te busco con todo mi corazón, porque sé que en Ti está la verdadera vida.”
Comenzamos con expectativa, porque el Dios que escucha en secreto, recompensará en público.
Padre amado, hoy inicio este tiempo de ayuno con un corazón rendido y expectante. Te busco no por lo que puedas darme, sino porque quiero conocerte más. Lléname de tu presencia, habla a mi vida y transforma lo que está seco en fruto abundante. Dame la fuerza para perseverar estos 6 días, y que cada momento de hambre física me recuerde cuánto más necesito de Ti. Este ayuno es para honrarte, Señor. Te entrego todo mi ser. En el nombre de Jesús, amén.
