2 Corintios 4:18
18 No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Enfocados en lo Eterno
En medio de nuestras rutinas y luchas, muchas veces nos enfocamos únicamente en lo que podemos ver: los problemas, las carencias, las expectativas humanas. Pero el apóstol Pablo nos recuerda que hay una realidad más profunda, invisible pero eterna, donde opera la voluntad de Dios. Ayunar nos ayuda a afinar esa visión espiritual, a levantar la mirada más allá de lo terrenal.
Las cosas visibles son pasajeras: los logros, los bienes, incluso las dificultades. Sin embargo, lo que no se ve —la fe, el carácter, la gracia, la eternidad— permanece para siempre. En este día de ayuno, preguntémonos: ¿a qué le estamos dando más peso? ¿Dónde está realmente nuestro enfoque? Este es un llamado a invertir más en lo eterno que en lo temporal.
Al dejar de lado lo inmediato y físico, somos invitados a abrir los ojos del corazón. El ayuno es una pausa espiritual que nos permite reenfocar nuestras prioridades. Hoy, Dios quiere enseñarnos a valorar más lo invisible, a vivir con una visión de Reino, sabiendo que nuestra esperanza está en lo que Él está haciendo, aunque aún no lo veamos.
Señor Jesús, en este quinto día de ayuno, reconozco que muchas veces he vivido centrado en lo que mis ojos pueden ver. Pero hoy quiero levantar la mirada y enfocarme en lo que realmente importa. Ayúdame a valorar lo eterno, a confiar en tu obra invisible, y a vivir con una fe que no depende de las circunstancias. Renueva mi mente para que no me conforme con lo pasajero, sino que viva con visión eterna. En el nombre de Jesús, amén.
