Proverbios 3:5-6
5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.
La confianza en Dios es un pilar fundamental en nuestra vida de fe. Muchas veces enfrentamos incertidumbres, pruebas y momentos donde nuestras propias fuerzas y entendimiento parecen insuficientes. Sin embargo, la Palabra nos enseña que no debemos depender de nuestra limitada percepción, sino confiar plenamente en el Señor.
Confiar con todo el corazón
El llamado de Dios es claro: debemos confiar en Él con todo nuestro corazón. No se trata de una confianza parcial o condicionada a nuestras circunstancias, sino de una entrega completa. La confianza genuina implica rendir nuestras preocupaciones, miedos y planes a Sus manos, creyendo que Él tiene el control absoluto.
No apoyarnos en nuestra propia prudencia
El ser humano tiende a confiar en su propio entendimiento, en su lógica y en lo que parece razonable según su experiencia. Pero este versículo nos advierte sobre los peligros de depender únicamente de nuestra propia sabiduría. Nuestros pensamientos son limitados, mientras que los de Dios son perfectos e infinitos. Como dice Isaías 55:8-9: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.»
Cuando nos apoyamos en nuestra propia prudencia, corremos el riesgo de tomar decisiones equivocadas. En cambio, cuando ponemos nuestra confianza en Dios, Él nos guía por caminos de bien.
Reconocer a Dios en todos nuestros caminos
Reconocer a Dios significa darle el primer lugar en cada área de nuestra vida: en nuestro hogar, nuestro trabajo, nuestras relaciones, nuestros sueños y decisiones. No podemos separar nuestra fe de nuestra vida cotidiana. Dios quiere ser parte de todo lo que hacemos, guiándonos con Su amor y sabiduría.
Cuando dependemos de Él y buscamos Su dirección en todo momento, Él endereza nuestras veredas. Esto significa que, aunque enfrentemos caminos difíciles o inciertos, Dios nos mostrará la senda correcta y nos llevará a donde debemos estar.
En este sexto día de ayuno, digámosle al Señor, hoy vengo ante Ti con un corazón dispuesto a confiar plenamente en Tu voluntad. Reconozco que muchas veces he intentado apoyarme en mi propio entendimiento, pero hoy elijo depender de Ti en todo momento. Guíame por Tu camino, endereza mis veredas y ayúdame a reconocerte en cada decisión que tome. Que mi fe se fortalezca y mi corazón descanse en la certeza de que Tú siempre tienes el control. En el nombre de Jesús, amén.
