Hebreos 12:15
15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
La amargura: una raíz que roba la gracia
Uno de los obstáculos más silenciosos pero más peligrosos para la vida espiritual es la amargura. A diferencia del pecado visible o del error evidente, la amargura se oculta en lo profundo del corazón, disfrazada de heridas no sanadas, decepciones acumuladas y resentimientos no confrontados.
El escritor de Hebreos nos lanza una advertencia seria: una raíz de amargura no solo estorba la gracia de Dios en nuestra vida, sino que también puede contaminar a muchos. ¿Te das cuenta de lo grave que es? Algo que comienza con un dolor no resuelto puede terminar afectando relaciones, ministerios, iglesias y familias enteras.
La amargura es venenosa. Roba la paz, apaga el gozo, endurece el corazón y distorsiona la manera en la que vemos a Dios y a los demás. Es imposible caminar en libertad mientras albergamos resentimiento en el alma. Y, lo más duro de todo: cuando permitimos que esa raíz crezca, corremos el riesgo de quedarnos cortos de la gracia transformadora de Dios.
Pero hay esperanza. Hoy es un día para arrancar de raíz lo que el enemigo quiso plantar. El ayuno es un tiempo perfecto para examinar el corazón con honestidad y pedirle al Espíritu Santo que nos muestre si hay heridas que necesitan ser sanadas, personas que debemos perdonar o situaciones que debemos soltar.
Dios no nos llama a ignorar el dolor, sino a rendírselo. No se trata de negar lo que pasó, sino de entregar el derecho a vengarnos, y permitir que Él sane con su amor lo que nosotros no podemos reparar por nuestra cuenta.
Padre bueno, gracias por amarme incluso cuando mi corazón ha estado herido o endurecido. Hoy me presento ante Ti y te pido que examines mi interior. Si hay alguna raíz de amargura, muéstramela. Ayúdame a perdonar, a soltar, a sanar. No quiero vivir contaminado ni estorbado en mi relación contigo. Deseo alcanzar toda tu gracia y caminar en libertad. Sana mi alma, renueva mi corazón y dame la capacidad de amar como Tú me amas. En el nombre de Jesús, amén.
