Salmos 51:10
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Arrepentimiento Genuino: Volver al corazón del Padre
En tiempos de búsqueda y consagración, como el ayuno, somos invitados no solo a negarnos a nosotros mismos, sino a volver el corazón completamente a Dios. El ayuno no es solo abstenerse de alimento, sino permitir que el Espíritu Santo escudriñe lo más profundo de nuestro ser y saque a la luz lo que necesita ser transformado.
El arrepentimiento genuino no es remordimiento momentáneo, ni sentirse mal por haber fallado. Es un cambio de dirección, una rendición profunda que nace del reconocimiento de nuestra necesidad constante de la gracia y la misericordia de Dios.
David, en el Salmo 51, no solo pide perdón, sino que anhela un corazón limpio y un espíritu renovado. Este es el clamor de quien ha comprendido que no hay mayor deleite que vivir en comunión con Dios, libre de cargas ocultas, con el alma lavada y el espíritu recto.
En este segundo día de ayuno, permitamos que el Espíritu Santo nos confronte con amor, nos limpie y nos restaure. Volvamos a ese lugar íntimo donde solo Él puede transformar el corazón endurecido en uno sensible y dispuesto.
El verdadero arrepentimiento es un regalo del cielo que nos lleva a una vida fructífera. No temas rendirte: en la rendición está el poder de una vida renovada.
Señor Jesús, en este segundo día de ayuno, reconozco mi necesidad de Ti. Me presento tal como soy, con un corazón que a veces se ha desviado, pero que anhela tu presencia. Límpiame, renuévame y crea en mí un corazón conforme al tuyo. No quiero vivir con cargas escondidas ni caminar lejos de tu voluntad. Hoy me rindo a Ti, creyendo que tu sangre me limpia y tu amor me restaura. En el nombre de Jesús, amén.
