Romanos 12:2
2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Transformados por Dios: Una Mente Renovada
El apóstol Pablo nos presenta una verdad clara y desafiante: no estamos llamados a parecernos al sistema del mundo. La forma de pensar del mundo gira en torno a la autosuficiencia, el orgullo, la gratificación inmediata y la independencia de Dios. Pero el creyente está llamado a algo más profundo: una transformación que nace desde el interior.
Esta transformación comienza con la renovación de nuestra mente. No se trata de un cambio superficial o de apariencia, sino de una obra espiritual que afecta cómo pensamos, decidimos y vivimos. En el ayuno, este proceso se acelera, pues silenciamos otras voces para escuchar con mayor claridad la voz de Dios. Permitimos que Su Palabra reestructure nuestras prioridades, convicciones y deseos.
A medida que somos renovados, podemos discernir con mayor claridad lo que agrada a Dios. Su voluntad no es confusa ni pesada: es buena, agradable y perfecta. Pero solo cuando nos rendimos y somos transformados, podemos abrazarla con gozo y vivir en ella plenamente.
Señor Jesús, en este cuarto día de ayuno, reconozco que muchas veces he pensado como el mundo piensa y he buscado agradar más a los hombres que a Ti. Pero hoy, quiero renovar mi mente y rendir mi corazón. No quiero conformarme a este siglo, sino ser transformado por tu verdad. Abre mis ojos para conocer tu voluntad y dame fuerzas para caminar en ella. Que mis pensamientos reflejen tu luz y que mi vida sea un testimonio de tu gracia. En el nombre de Jesús, amén.
