Deuteronomio 6:6-7
6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
El reto de instruir a los hijos en todo tiempo
Ser padre o madre va mucho más allá de dar órdenes o corregir cuando algo está mal. La instrucción bíblica es una formación integral del corazón, y Deuteronomio nos recuerda que comienza en el nuestro: “estarán sobre tu corazón”. Solo cuando vivimos la Palabra podemos transmitirla de manera genuina a nuestros hijos.
El pasaje nos enseña que instruir no es un momento aislado, sino una práctica constante: al levantarse, al andar, al sentarse, al acostarse. Educar en el Señor no significa una charla ocasional, sino convertir cada momento en una oportunidad para mostrar a Cristo: con nuestras palabras, con nuestro ejemplo, con la forma en que resolvemos conflictos, trabajamos y amamos.
El desafío de criar hijos en el mundo actual es enorme. Las voces externas influyen cada día: redes sociales, cultura, amigos, tendencias. Pero la Escritura nos recuerda que la mayor influencia debe venir de casa. Efesios 6:4 añade un detalle clave: no provocar a ira a los hijos. Esto implica guiar con firmeza, pero también con ternura, enseñando en un ambiente donde la disciplina se mezcla con gracia y paciencia.
Pregúntate: ¿Estoy modelando en mi vida lo que quiero ver en mis hijos?
Decide: Aprovecharé las conversaciones y momentos cotidianos para sembrar principios de la Palabra en mi familia.
Ora: Que Dios me dé sabiduría para guiar sin herir, para corregir con amor y para formar hijos que amen a Cristo por convicción y no por obligación.
Padre celestial, gracias por el regalo de los hijos. Reconozco que este llamado de instruirlos es más grande que mis fuerzas, por eso te necesito. Ayúdame a vivir Tu Palabra primero en mi vida, para que con mi ejemplo y mis palabras pueda guiarlos hacia Ti. Dame paciencia para corregir, ternura para enseñar y constancia para sembrar. Que mis hijos crezcan amando y sirviendo a Cristo, y que nuestra casa sea un lugar donde se respire Tu verdad y Tu gracia.
En el nombre de Jesús, amén.
